Autores: María Cristina Ravazzola y Gastón Mazieres
Queremos plantear nuestras ideas, ya que el tema del entrenamiento experiencial no es común en nuestro país, no sólo en la formación de psicoterapeutas de familias sino en la de psicoterapeutas en general.
La formación más habitual del psicoterapeuta consiste en una profundización informativa acerca de la teoría que fundamente un modelo y las técnicas que ese modelo instrumenta, con algunas excepciones que incluyen la experiencia del entrenando como paciente en ese modelo terapéutico y/o la exigencia del pasaje del entrenando por una revisión (supervisión) de su desempeño aplicando lo aprendido.
Los pocos autores que se han ocupado del tema de la investigación de la formación de terapeutas familiares (Gurman & Kniskern y otros), si bien no llegan a un acuerdo con respecto a la utilidad mayor o menor de algún aspecto del aprendizaje en relación a los otros, de todas maneras concluyen que en general una formación es más efectiva y completa si abarca los siguientes 3 items:
Información didáctica acerca de la teoría y de la técnica (a través de lecturas bibliográficas y discusiones con los entrenadores; puede incluirse la observación del trabajo de estos)
Revisión (supervisión) del desempeño del entrenando, indirecta (a través de material relatado o registrado) o directa (con el supervisor observando la sesión “in vivo” ). También en este rubro puede instituirse alguna forma de co-terapia en la que según el grado de formación del entrenando puede ir adquiriendo un gradual liderazgo dentro del equipo terapéutico.
Entrenamiento experiencial a través del cual el entrenando ejercita técnicas, se conoce, y produce cambios en su persona, que le posibilitan la utilización de su self como instrumento de cambio, desarrollando así su propio estilo de como poner en práctica lo que hasta ahora aprendió a partir de los conocimientos de otros.
Ana María Nicoló en un debate sobre entrenamiento en Milán en el que participaron Boscolo, Cechini y Andolfi, añade otro elemento a nuestro juicio importante: el de que la metodología y el contenido en los cursos de formación deben ser coherentes, es decir, los temas de teoría y técnica que se enseñan deben coincidir con la forma con que se plantea el entrenamiento (por ejemplo si el modelo opera provocando tensión en el grupo de entrenamiento, verdadero laboratorio, se trabajará creando también tensión).
En el campo de la psicoterapia familiar en nuestro medio, es posible el acceso a la información de teoría y sus técnicas correspondientes, debido a la incrementación de la difusión bibliográfica en los últimos 5 años y a la responsabilidad asumida por diversas instituciones.
Nosotros queremos enfatizar la importancia de participar en grupos que pongan en práctica pautas de entrenamiento experiencial según los modelos con los que se trabaja. Pensamos que un profesional responsable debe exponer su persona, sus conocimientos y su trabajo, en distintos niveles de exposición que deben ir desde los mínimos (auto-mirarse, auto-criticarse) hasta los más amplios (que los colegas, o aún los profesionales de mayor experiencia lo observen, lo cuestionen, le hagan aportes). Nuestra propuesta específica, producto de nuestra práctica con nosotros mismos, es la de trabajar el rol de terapeuta familiar utilizando el bagaje técnico del psicodrama en la ejercitación de lo que conceptualizamos como las áreas centrales de manejo técnico del modelo terapéutico sistémico con el que mayor afinidad tenemos (predominantemente estructural, con aspectos del modelo experiencial y aportes de sistematización de las ideas de crisis, tensión y cambio de la escuela de Roma). Desde este modelo definimos la función del terapeuta de familia como la del artesano que debe introducirse en una estructura de relaciones continuadas y significativas, armando con sus miembros una nueva estructura; desde allí operar modificaciones cuestionando el síntoma (con técnicas como puesta en acto, focalización, etc.), cuestionando la organización de la estructura familiar (creando fronteras, desbalanceando, etc.) y cuestionando la realidad de la familia (con construcciones cognitivas, poniendo énfasis en las fuerzas positivas, etc.), para luego retirarse; es decir el terapeuta se constituye en agente de cambio y de crecimiento para la familia.
El desarrollo vivencial gradual del rol a estructurar se efectúa a través de las interacciones entre los miembros del grupo de entrenamiento: se proponen ejercitaciones dramáticas de role-playing, de imágenes simbólicas, de simulación de familias, etc. Estas experiencias, al tener lugar en un campo de trabajo menos comprometido que el del contacto directo con la familia consultante, permitirán la ejercitación de los recursos técnicos, como así, también la movilización ajuste de las emociones, dando lugar a la emergencia de conductas creativas del entrenando, que enriquecen sus posibilidades de una adecuada relación con la familia.
Entre los temas que nosotros desarrollamos en los entrenamientos, hay temas referidos a la formación de los psicoterapeutas en general y otros referidos al entrenamiento específico del rol de psicoterapeuta de familias. Para la ejemplificación en el workshop, pensando que es una experiencia aislada, sin continuidad, y que no se encuadra dentro de un proceso de constitución de un grupo de entrenamiento, vamos a elegir aquellos puntos que puedan prescindir de estos requisitos, tratando de abarcar por lo menos un ejemplo de los temas generales y uno de los específicos. Por ejemplo, como tema general; formación del sistema terapéutico y visualización del terapeuta de sí mismo en ese proceso; y, como tema específico: algunas modalidades de Joining relacionadas con el objetivo de la convocatoria familiar, a partir de una consulta sintomática).